Señores y señoras... ¡Sean ustedes bienvenidos!

El bebé recién nacido llora de desconsuelo al darse cuenta de que ha dejado atrás su pequeña cueva de comfort y ha llegado el momento de enfrentarse al exterior. Llora y gime mientras es acariciado y limpiado por una desconocida con un horrible tapabocas. Grita "¡Epa, qué confiancitas, ¿eh?!" y parece no ser escuchado siquiera. Observa horrorizado cómo un energúmeno de cabeza cubierta lo ataca con unas tijeras, cortando de tajo toda conexión con su yo anterior. "¡Eh, no tires eso! ¡Planeaba disecarlo! Ah, mierda... ¿Qué aquí nadie habla español?" Aquel asesino de cordones umbilicales le dice después a su madre, como si todo estuviera bien: "Su hijo está perfectamente sano."

¿Sano? ¿Es acaso una broma? Al pequeño le acaban de horadar el ombligo sin anestesia general, lo trajo al mundo un hombre que vive de toquetear las partes privadas de su madre, su papá coquetea con la enfermera pidiéndole un baño y el trauma que le causará que su primer contacto físico con alguien haya sido una nalgada será irreparable... Ajá, el niño está perfectamente sano, ¡y si mi abuelita tuviera malta sería un corn flake!

A primera vista, el mundo parece aterrorizante. ¿Podrá acaso el niño crecer a salvo? ¿Se convertirá en un flamante empresario o venderá pastillitas de menta en el metro Etiopía? ¿Conseguirá una novia hermosa e inteligente o terminará presumiendo un estandarte con el lema "Hoyo... aunque sea de pollo"? ¿Tendrá una familia feliz o su padre conseguirá al cabo de unos pocos años aquél tan deseado baño de esponja? Todo esto (¡y más!), descúbralo en ...Y si mi abuelita tuviera malta, sería un corn flake..., éste, su blog, mi blog, nuestro blog... no, de hecho sí es mío.

lunes, 19 de abril de 2010

"Sobre el remordimiento" o "Sobre el acto de morderse repetidamente la mollera con los caninos superiores"

¿Qué sucede si uno ha hecho algo que no debió de haber hecho? ¿Qué pasa cuando nuestro mundo parece derrumbarse por algo que uno mismo provocó? ¿Vale la pena acariciar con el revólver la sien? ¿Tiene algún caso azotarse con tripas de gato mojadas? El ser humano es experto en remordimientos y todo un maestro del arrepentimiento: cada vez que un hombre estornuda en alguna parte del mundo, otro se arrepiente en un meridiano diferente. Y es por eso que estas preguntas nos parecen afines a todos, pues han cruzado por nuestras cabezas unas cuantas miles de veces en lo que llevamos de vida. "Le debí de haber dicho que se veía guapa", "ojalá y no le hubiera llamado comemierda", "hubiera usado condón", "¿por qué accedí a comerme eso?, "quisiera no haber nacido", etc., son sólo algunos felices ejemplos de la clase de pensamientos que nos acechan en cada acción, aquellos espantapájaros de la relajación. Y es que siempre, por alguna extraña razón, pareciera que justo a nosotros nos toca bailar con la más fea.
    Alguna vez leí por ahí (a veces desearía nunca haber aprendido a leer) que nuestro cerebro se vuelve adicto a las cosas que sentimos. Cuando uno está feliz, triste, enojado, enamorado, deprimido, o alguna otra cosa de esas que según sólo sienten las mujeres y los afeminados, el cerebro libera neurotransmisores que llevan a cabo reacciones químicas (si tan sólo hubiera estudiado química las entendería) que nos llevan, efectivamente, a sentir lo que sentimos. El problema es que si obligamos a nuestra empanada de sesos a liberar continuamente (es decir, una o más veces diarias) el mismo neurotransmisor, entonces nos volvemos adictos a ese sentimiento tan recurrente. ¡Éste es uno de los procesos que llevan a cabo prácticamente todos los candidatos al psicólogo! ¿Qué quiero decir con esto? Que una persona que vive en constante arrepentimiento se volverá dependiente de esa aflicción y buscará cualquier oportunidad para reprenderse severamente por algo hecho. ¿Les suena conocido?
    Y la verdad es que... ¿a quién no le gusta recibir unas palmaditas en la espalda acompañadas del típico "no te preocupes, no fue tan grave"? Nos gusta arrepentirnos para intentar paliar el efecto de lo acontecido, o tal vez para causar lástima y provocar mimos, o incluso para justificar una acción, o también (caso muy común) simplemente porque nos agrada el sentimiento de depresión. ¡Qué rica y cómoda es la depresión, sobre todo servida con leche fría! Hablaría un poco más acerca de este particular estado del ánimo, pero creo que será mejor dejarlo para otra ocasión.
    ¿Cuáles son los grandes miedos que nos llevan a arrepentirnos? El miedo a las repercusiones. O también el miedo a la crítica y al ridículo. "¡Si no me hubiera rapado aquellas viejitas no me mirarían con reproche!"-dice la chica punk. "¡Si hubiera usado un traje negro como todos los demás no sería el único diferente en la foto de graduación!"-dice el chico despistado. Y así, diariamente decenas de miles de chicos y chicas utilizan el pretérito subjuntivo para fantasear con lo que hubiera sucedido si hubieran tomado un camino diferente (si supiera cómo reemplazar el pretérito subjuntivo con otra cosa este texto no sonaría tan repetitivo). ¡Qué rica y cómoda es la fantasía, sobre todo acompañada de pastelillos dulces! Una vez más, creo que dejaremos el tema de la imaginación para otro momento. El punto es que nos encanta inventarnos resultados alternos en un intento (casi siempre fracasado) de olvido.
    Creo que fue Juan Lennon (aquel escarabajo rockero) el que dijo: "Si el problema tiene una solución, entonces soluciónalo; si no la tiene, entonces no te preocupes". Y hay por ahí otro dicho popular (que la verdad es que no sé quién lo dijo, pero podría haber sido alguna otra clase de insecto) que recomienda: "No te preocupes, ocúpate". Estas frases, que son preceptos básicos para el arte de la vida, son ignoradas (premeditadamente) por el grueso de la población. ¡Qué rica y cómoda es la ignorancia, sobre todo sobre una cama de lechugas (apetecería haber cultivado una creatividad más prolija para evitar tanta reiteración)! Pero la verdad (por más que duela) es ésta: lo pasado... ya pasó (y punto y seguido). Sobre lo único que tenemos poder es sobre nuestro presente. Y sobre lo único que el presente tiene influencia es sobre el futuro. ¿Dónde quedó el pasado entonces? Ha sido barrido debajo del diván por la dama barrigona (¡Qué rico y cómodo es el diván para echarse una siesta vespertina!). Y créanme, no vale la pena mancharse la ropa por andarlo buscando boca abajo. Abstenerse les ahorraría el inevitable "si no me hubiera arrastrado por el suelo mi ropa aún serviría".
    Pero bueno, es muy probable que haya pensado en todo esto porque me encuentro bajo medicación, así que duden de cada palabra. Al fin y al cabo la mayor parte de la especie vive libre de preocupaciones y estrés...

...Y si mi abuelita tuviera malta, sería un corn flake...


    Se ha terminado la entrada del día de hoy, con muchas ideas nuevas para las siguientes. Claramente me arrepiento de haber creado este blog, pues me hará pensar más de lo que de por sí ya acostumbro, pero ya es demasiado tarde para dar un paso hacia atrás. Deseándoles un día repleto de metidas de pata, me despido.

Ramis

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