-Datos estadísticos: El 94.6% de los intercambios verbales que suceden entre dos o más seres de la misma especie, utilizando un sistema de signos en común que les permita algún tipo de entendimiento, terminará invariablemente girando en torno a alguna experiencia que todos compartieron, por ejemplo, una fiesta que resultó ser un fiasco, bromas de preparatorianos, los bigotes de la madre de un amigo en común, las inmensas cualidades (morales, por supuesto) de la hermana de un amigo en común, la película que fueron a ver todos juntos y que nadie se enteró de qué trataba, etc.
Las pláticas son entonces un re-make narrativo (y muchas veces ficticio o tergiversado) de nuestras vidas... ¿Son nuestras vidas tan frágiles y falsas que necesitamos reafirmarlas a base de repeticiones? ¿Requerimos concretizarlas y hacerlas factibles reproduciendo un loop infinito de nuestros actos? O tal vez lo hacemos para sentir que existe alguna especie de vínculo con los demás:
-¡Wey! ¿Te acuerdas en la fiesta de Mr. X (en este blog siempre mantenemos el anonimato de la gente) cómo Mr. Y (si hay alguien llamado Y sentimos mucho revelar privacidades suyas) orinó sobre los zapatos del director (nos basamos en un hecho real para conservar nuestra credibilidad)?
-¡Sí, no ma! ¡Estuvo poca madre! ¡Fue inolvidable (o al menos ellos se encargarán de que así lo sea)!
Resultado: Ambos interlocutores creen que:
1.- Son amigos por haber compartido esa experiencia (la amistad parece consistir en un simple intercambio de tragos y gritos desaforados).
2.- Lo que sucedió no pudo haber sido un delirio etílico pues los dos fueron testigos (la locura en soledad es insoportable, la locura grupal es presumible).
3.- Sus vidas son estupendas y emocionantes (si en cada oportunidad nos dedicamos sólo a rememorar lo que pensamos que vale la pena rememorar, entonces parece como si solamente cosas memorables sucedieran a nuestro alrededor).
Recomendaciones:
1.- Evitar a toda costa las pláticas creativas. Una plática en donde se intentan expresar cosas que nunca antes han sido expresadas en lo único en lo que puede terminar es en tragedia: El receptor se sentirá excluido y fingirá que algo muy interesante está sucediendo en sus uñas.
2.- No romper la costumbre. ¿Para qué complicarse la vida pensando si podemos conectarnos con el mundo con sólo insistir sobre algo que todos sabemos?
3.- No meternos en discusiones. Una plática que acepta contradicciones nos puede llevar a enfermar irremediablemente nuestro hígado: ¡Persevera en la charla que sepas que va a recibir un "estuvo poca madre" como respuesta!
De esta manera evadirás la incomunicación y el rechazo y te convertirás en todo un maestro de la lengua (en todas sus acepciones). ¿Para qué complicarse la vida cuando todo puede ser tan sencillo?
... Y si mi abuelita tuviera malta, sería un corn flake...
Ramis
El Intermedio. El Principio. El Final.
Hace 13 años
En cuanto a la necesidad de hacernos re-makes narrativos: Paul Ricoeur, Sí mismo como otro. (Te iba a poner algo más elaborado, pero mejor te recomiendo el libro del que se plagió mi trabajo de la prepa con Bonilla antes de que lo escribiera XD)
ResponderEliminarLas amistades de tragos y gritos desaforados son reales mientras no se vea el fondo del caballito o duren sus efectos o se recuerden los efectos si una prueba de realidad es el efecto que provocan sobre los excluidos.
Los temas de conversación se declararon extintos hace mucho tiempo, la culpa la tiene el clima que nos sigue sorprendiendo.
Excluyes, claro está, el compartir experiencias a quien estuvo ausente (¿la narración es un re-make de qué?). Es decir, ¿quién es Mr. Y?
ResponderEliminarjaja un abrazo. ¿Te acuerdas cuando... (un yunque ha caído sobre mi lap).